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Desde hace algunos años cada vez se ha dado mayor relevancia al tipo de dieta para lograr una vida saludable. Sin embargo, particularmente desde la década de los 90 se ha postulado la hipótesis que dietas hipocalóricas puede contribuir a la longevidad.

Estos resultados se han observado en animales de laboratorio, y no hay una explicación satisfactoria para explicar este fenómeno. Sin embargo el descubrimiento del gen sirt1 podría quizás empezar a dar alguna explicación al respecto.

Dos grupos de investigación independientes liderados por David Sinclair, de la Harvard Medical School y por Leonard Guarante, del Massachusetts Institute of Technology publicaron sus trabajos en las prestigiosas revistas científicas Science Nature respectivamente. El grupo de Sinclair encontró que luego de alimentar ratas de laboratorio con una dieta hipocalórica, añadiendo insulina y factores de crecimiento, comprobó que el gen sirt1 actúa sobre la molécula de ADN inhibiendo un factor que induce la muerte celular. Por otro lado, la investigación de Guarente se centró en evaluar los niveles de grasa y su relación con el gen sirt1. El investigador sugiere que sirt1 promueve la movilización de las grasas, de modo que actúa sobre los tejidos donde se acumulan provocando su consumo tras una dieta hipocalórica. En su opinión, la regulación de los mecanismos moleculares que rigen en los adipositos (células donde se deposita la grasa) podría ser «el primer escalón» en la comprensión del fenómeno dietas hipocalóricas y alta expectativa de vida.

Los resultados obtenidos por estas y otras investigaciones publicadas principalmente desde mediados de la década de los noventa, pondrían dejar de manifiesto algún tipo de mecanismo de alarma que compensaría la escasez de alimentos o dietas con niveles excesivamente reducidos en contenido calórico. Este mecanismo sería de alguna manera dependiente del gen sirt1. Este gen tendría la capacidad de coordinar algún tipo de mecanismo de supervivencia» ante la restricción alimentaria; y de algún modo prolongar el tiempo de vida.

Sin embargo, estas hipótesis quedan aún por confirmarse, y mucho trabajo e investigación demandará encontrar respuestas satifactorias a las hipótesis planteadas. Ya que la mejor forma de mantener el cuerpo saludable en gran manera depende de una alimentación adecuada tanto en cantidad como en calidad. La significancia de una dieta hipocalórica en lograr una vida saludable y más aún longeva no está del todo elucidada. Si bien una dieta hipocalórica obliga a un gasto mínimo de energía, induciendo a pérdida de actividad; y por ende a reducción de los procesos oxidativos que se llevan dentro de la célula, con disminución de producción de radicales libres que podrían producir envejecimiento celular; tampoco sería una vida ni saludable ni interesante esta pérdida de actividad provocada por dietas hipocalóricas. Habría que evaluar, específicamente a cuantas calorías/día vs. actividad físico/intelectual se tendría que consumir para llevar una vida saludable y aumentar no sólo en calidad sino en años de vida. Sin duda, las condiciones en las cuales están los animales de laboratorio para estudio, son condiciones que deberán ser evaluadas a la hora de trasladar los resultados su aplicabilidad en humanos.
Si bien mucho queda por investigar en la materia, de lo que no hay duda es que el sobrepeso y la obesidad no contribuyen de manera alguna a una vida saludable y longeva.

Autor: M.Sc. Blanca Velázquez