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Las caries es la patología más extendida por el mundo.

Según información suministrada por la Organización Mundial de la Salud, el 50% de la población mundial está afectada por dicha enfermedad.
Si bien las caries no es una enfermedad mortal, si es una enfermedad transmisible. El principal agente infeccioso que la provoca es la bacteria Streptococcus mutans, sin embargo debemos recordar que hay otros agentes bacterianos que también pueden producir caries.

Compartir un cepillo de dientes o una cuchara, o la simple costumbre de dar besos en la boca a los niños, son medios ideales para que éstas bacterias sean transmitidas, pudiendo dar origen a esta enfermedad.

¿Qué es y que produce esta enfermedad?

La caries es una enfermedad que afecta a los tejidos duros dentales. Su aparición depende de varios factores: tales como la presencia de los microorganismos que la producen la cavidad bucal, la edad del paciente, la higiene dental, el tiempo que transcurre, (ya que es una enfermedad que va avanzando lentamente), y una dieta rica en azúcares.

Las bacterias forman una placa que se denomina placa bacteriana en la superficie de las dientes. De esta placa también forman parte ciertas sustancias de nuestra saliva y en especial, restos de alimentos. La placa bacteriana es la culpable tanto de la aparición de la caries como de otras enfermedades que afectan a las encías, como la periodontitis.

Las bacterias de la placa transforman en ácido los azúcares (hidratos de carbono) y éstos ácidos atacan el esmalte (la capa externa) de los dientes provocando las lesiones características de las caries. Las lesiones avanzan hacia el interior; alcanzando la dentina (capa intermedia), y finalmente la pulpa del diente (el interior del mismo); pudiendo incluso llegar a la zona radicular del diente (conocido comúnmente como raiz).

Al principio puede que las caries no se manifiesten claramente, pero cuando cuando la infección avanza hacia el interior del diente y llega a la zona de la pulpa o el nervio es cuando aparece el dolor. La caries es una enfermedad que afecta potencialmente a todas las personas sin importar su edad, ya que todos somos susceptibles de padecerla tanto en dientes definitivos como los dientes “de leche” o temporales.

Prevención de las caries

Por eso lo mejor es prevenir la enfermedad. Como norma el cepillado de los dientes después de cada comida es una regla básica. El cepillado de dientes correcto es un medio mecánico que permite eliminar restos de comida que pueden favorecer el desarrollo de las bacterias, así como eliminar el propio agente infeccioso, por barrido mecánico de la placa bacteriana.

Otro medio físico importante para la prevención de las caries es el uso de hilo dental. El mismo permite eliminar restos de alimentos y placa bacteriana en lugares donde el cepillo no tiene acceso, tales como las superficies entre los dientes.

El uso de Flúor es un agente químico que se emplea para la prevención de las caries. En algunos países el agua potable que llega a los hogares ya viene fluorada. En otros países el Flúor es incorporado a la sal que se emplea para condimentar los alimentos. Además el Flúor suele incorporarse en productos de higiene dental, ya sean dentríficos o colutorios. Debe recordarse que el consumo de Flúor de manera excesiva puede traer graves consecuencias en el organismo. Por eso las pastas dentales y otros agentes higiénicos dentales para niños menores de 3 años (inclusive) no contienen Flúor, y en niños entre 4 y 6 años las cantidades del mismo en los productos de higiene dental son menores que las prescriptas para adultos.

El exceso de azúcares es perjudicial, ya que promueve la proliferación de las bacterias que producen las caries. Por tal motivo lo ideal es no abusar del consumo de dulces, en particular de aquellos que se adhieren a los dientes. Y siempre, luego de consumir alimentos azucarados y bebidas con hidratos de carbono (incluida la leche), recuerde cepillarse los dientes.

El uso de enjuagues bucales conteniendo Flúor y Xilitol, es muy recomendable para prevenir la aparición de caries. Los hay de uso diario y semanal.
El enjuague se realiza luego del cepillado de dientes, y no se debe comer ni ingerir líquidos hasta pasados los 30 minutos, para asegurar de este modo su eficacia.

Algo fundamental es ir al odontólogo, ya sea como prevención, o cuando el daño ya está hecho. Lo recomendable como medida preventiva es ir al menos una vez al año para someternos a una revisión exhaustiva.

Fuente: Organización Mundial de la Salud